Tradición y leyenda: La Fiesta de la Magdalena perdura desde la Edad Media
La Fiesta de la Magdalena es la celebración más representativa y emotiva de Castellón de la Plana. Declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional, conmemora el origen fundacional de la ciudad en el año 1251, cuando los habitantes del cerro de la Magdalena descendieron al llano para establecer la actual ciudad. Esta festividad tiene lugar a mediados de marzo y se prolonga durante nueve días llenos de tradición, colorido y devoción.
El acto central y más simbólico de la fiesta es la romería de les Canyes, que se celebra el primer domingo. Miles de castellonenses recorren el camino hasta el cerro de la Magdalena, portando cañas adornadas con cintas verdes, en un gesto de recuerdo a sus antepasados. Esta peregrinación festiva es un momento de encuentro, identidad y orgullo local, acompañada de música, comidas populares y actos religiosos.
Uno de los emblemas más queridos de Castellón es la Virgen del Lledó, patrona de la ciudad. Aunque su festividad se celebra en mayo, durante las fiestas de la Magdalena también se le rinde homenaje, y su imagen está muy presente en las procesiones y en la espiritualidad del pueblo castellonense.
Durante toda la semana magdalenera se celebran numerosos actos populares. Destaca especialmente la Cabalgata del Pregó, un desfile que recorre las calles de Castellón el primer sábado de fiestas. En él se representan todas las comarcas de la provincia con sus trajes típicos, danzas tradicionales, carros alegóricos y animales, mostrando la riqueza cultural y etnográfica de la región.
Otro de los elementos más singulares de la Magdalena son las gaiatas, monumentos de luz y color que representan los antiguos faroles que usaban los romeros para iluminar su camino. Cada sector de la ciudad construye su propia gaiata, y compiten por ser la más artística y espectacular. Durante la noche, el Desfile de Gaiatas ofrece un espectáculo único de luz, tradición e imaginación.
Las fiestas también se llenan de música y folclore con los bailes típicos, como las jotas castellonenses y las danzas populares que se realizan en plazas y calles, muchas veces acompañadas por grupos de dolçaina i tabal. Estos bailes no solo son expresión cultural, sino también una forma de mantener vivas las raíces y transmitir el legado a las nuevas generaciones.