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Roxana Robledo: “Hay sectores que son muy peligrosos para las mujeres”

Roxana Robledo es de Córdoba, Argentina y hace dos años que reside en Castellón con su familia. Ha estado en diferentes países y explorado migraciones diversas. Es profesora de inglés y ha realizado una exposición fotográfica en Grecia. Nos cuenta la migración desde su mirada

 

R.P.- ¿Qué es migrar desde tu perspectiva?

R.R.- Migrar me parece que es una decisión personal que no tiene que ver con motivos que pueden ser comunes. Cada uno migra porque tiene distintas razones que lo mueven a tomar la decisión. Es una decisión difícil porque migrar significa dejar la vida que uno tenía antes y empezar una nueva vida de cero en otro lugar. Puede haber motivos económicos, familiares, en búsqueda de una mejora laboral o de oportunidades. Pero en realidad, la migración es igual para todos, y creo que eso también tiene que ver mucho con el decidir quedarse. Porque migrar  no es para todos. La gente quiere una vida mejor. Y en realidad migrar es encontrarse con un montón de dificultades en el que uno a veces tiene la fortaleza de hacer frente y a veces no. Y esta razón es que la gente no se quede. No quiera intentarlo y termine volviéndose. Esa es una decisión muy personal.

 

R.P.- ¿Sabrías decirme cuáles son tus derechos como migrante?

R.R.- Yo creo que no. He ido conociendo a medida que necesitaba hacer trámites para adquirir los permisos de residencia y todo lo demás, pero derechos no los conozco a todos. El no conocer nuestros derechos como migrantes nos pone en una situación desfavorable. Uno de mis hijos, el más grande tiene trastorno de déficit atencional y dislexia y hasta que yo no conocí la ley (porque me propuse un día a aprenderlo), no pude ir al colegio y exigir que se cumplieran sus derechos. Porque si bien cuando estaba en Argentina sí lo hacía, cuando llegué a España la ley no era la misma y, por lo tanto, al desconocerla hubo muchas cosas que podría haber hecho por él y que no pude hacerlo por desconocimiento. Y eso pasa con cualquier otro derecho, por supuesto.

 

R.P.- ¿Crees que las personas saben que existen estos derechos?

R.R.- Creo que sí, o por lo menos lo intuyen. Lo que sucede es que conocer esos derechos es complicado. Es tratar de adentrarse en el mundo de la legislación de extranjería. Entender el vocabulario legal que corresponde en este tipo de área no es fácil para todos. Las leyes están redactadas de una manera que no son fáciles de entender para quien no es un profesional en la materia, por ejemplo, un abogado.

 

“El no conocer nuestros derechos como migrantes nos pone en una situación desfavorable”

 

R.P.- Con respecto a esto, ¿Crees que se debería de realizar más talleres o información gratuita en estos casos a los que aterrizan por primera vez?

R.R.- Sí, debería de haber algún tipo de talleres informativos que dependan del Ayuntamiento para que no tengan ningún costo para las personas. Así como hay talleres que se enseña el valenciano o cuestiones que tienen que ver con ayudar a la integración de inmigrantes. Creo que también está bien hacerles conocer esos derechos. Pero no sé hasta qué punto quieren que se conozcan esos derechos.

En su exposición "Las Arrias" en la embajada Argentina en Grecia
En su exposición “Las Arrias” una mirada a la vida rural de un pueblo de Córdoba, en la embajada Argentina en Grecia (2011) / Foto cedida por la entrevistada

 

R.P.- ¿Si se es mujer, se tiene los mismos derechos?

R.R.- En lo personal no me he sentido desfavorecida por el hecho de ser mujer. Por lo que no niego que no haya diferencia, que seguramente habrá. No conozco la sociedad en profundidad. Sé que es una sociedad machista, pero no la conozco en profundidad, así que no podría decirlo.

 

R.P.- ¿Y en otros sitios que has estado se rige igual o hay peligros?

R.R.- Hay sectores que son muy peligrosos para las mujeres. Es una realidad. Sucede hoy en día. Yo migré la primera vez en el año 98, me fui de Argentina a México. Estuve un año y medio viviendo en Playa del Carmen y México es un lugar un poco peligroso. Me fui con una amiga y tuvimos una intuición o un algo, porque me acuerdo que nos habían ofrecido un trabajo. En aquel tiempo teníamos 24 años, éramos muy jovencitas y nos habían ofrecido para trabajar en un hotel en Cancún, pero una de las condiciones para poder acceder a ese trabajo es darle nuestros pasaportes al señor que nos ofrecía ese empleo y nosotras como también queríamos viajar, que era parte de una aventura, los pasaportes lo íbamos a necesitar. Nuestra necesidad de trabajo era una búsqueda particular, no imperiosa, y la decisión fue no entregarle nuestros pasaportes. Tuvimos esa lucidez de decir no y, por ende, no al trabajo. Luego en la madurez nos dimos cuenta del peligro al que estuvimos expuestas. Entonces por eso expreso que puede ser que todavía a día de hoy sucedan estas cosas y que personas en una situación muy vulnerable estén presionadas u obligadas a hacer eso, a dejar un pasaporte, a estar en situación de tratas de blancas, entre otras cosas.

 

R.P.- ¿Por qué España?

R.R.- Porque me gusta. Había venido por primera vez en el año 2003. Vine a visitar una amiga que vivía en Madrid y me enamoré de esa ciudad. En ese entonces yo vivía en Italia y estaba con el que fuera mi marido y le expresé la idea de irnos a vivir a Madrid porque es fantástica. En el siguiente año nos mudamos a aquel sitio, estuvimos cuatro años y fue una de las experiencias más hermosas. Con el tiempo pasaron muchas cosas, tuve la posibilidad de volverme otra vez a España, esta vez no fue Madrid como destino, porque al tener mis hijos quería una vida más acorde al presente. Madrid tiene otro ritmo de vida. Es ideal para una chica joven sin cargas familiares, como lo estuve en aquel momento. Hoy en día, con dos hijos pre adolescentes no me planteo vivir en Madrid. La idea principal era vivir en Valencia, pero al final decidimos quedarnos en Castellón porque es una ciudad más pequeña, y lo que buscábamos es estar cerquita del mar.

Roxana en su aula de inglés en Castellón
Roxana en su aula de inglés en Castellón / Foto cedida por la entrevistada

 

R.P.- ¿Qué piensas de la situación actual de Argentina?

R.R.- Me parece que la situación económica actual es muy grave. Todo lo que sucede es grave y que sinceramente no veo la salida. No tengo prácticamente esperanzas. Es muy triste para mi decirlo, pero no creo que vaya a mejorar. A veces digo, “Sí en algún momento Argentina sale de esta crisis, no creo estar viva para verlo”. Es decir, creo que le faltan muchos años para recuperarse. En todos estos años que he ido a mi país para visitar a mi familia, era cada vez más evidente el deterioro. Me fui del país cuando estaba Menem y cada vez estaba peor en mis regresos y era como ir rodando cuesta abajo. Hablo del año 98, hace 25 años aproximadamente de esta situación. Cuesta abajo de la economía, de los valores y de la vida. Esta forma nuestra que tenemos, por un lado, de ser fuertes y resistir las crisis y, por otro lado, la resignación espantosa a vivir de ese modo. Porque nos terminamos resignando a vivir de una manera que no se puede vivir. Y me parece que no hay solución.

 

R.P.- ¿Por qué se siente la llegada de inmigrantes a España como un desafío?

R.R.- La llegada de inmigrantes para los españoles está bastante catalogada. Depende de dónde sea. El migrante es el ojo que le ponen, el ojo con que lo ven. Me explico, si llega un migrante africano es una cosa, si llega un migrante argentino es otra. Si llega un migrante colombiano o rumano, etc., son distintas miradas. Me da la sensación que tiene como distintas escalas. Yo la verdad es que me he sentido muy bien, si bien me siento integrada, reconozco que uno siempre es extranjero.

 

R.P.- ¿Qué opinión tienes de esta frase?: “Los migrantes nos roban nuestros puestos de trabajo”

R.R.- Es una frase muy trillada. Es una expresión muy común que lo dicen no solamente los españoles, lo dicen en todos los países que sufren migraciones masivas, Todo el mundo que recibe afluencia masiva de migrantes dicen esa frase. Y en realidad el inmigrante viene a cumplir y a cubrir una función en la sociedad que es necesaria. El migrante cubre esos puestos de trabajo en que la gente local no está dispuesta a cubrir. Pero es así como funciona la sociedad. Por ejemplo, yo tengo un papá o una mamá de edad muy avanzada y necesito que alguien me lo cuide. El que me lo va a cuidar siempre va a ser un migrante porque no va a haber ningún local, y ya que estamos en España, un español que quiera asumir ese tipo de empleo son muy pocos. Y muchísimos otros ejemplos más sobre estos temas.

 

R.P.- ¿Entonces se hace necesario ese diálogo?

R.R.- Totalmente. Es un pilar fundamental, es una base en la que se construye el resto. Son servicios en que si yo no tengo a nadie que me cuide mi mamá o mi papá porque no se puede valer por sí mismo, no podría irme a trabajar, porque debería quedarme. Entonces es como una cadena en la cual es uno de los trabajos que es fundamental para la sociedad, y también para la economía de una sociedad.

 

R.P.- Un mensaje a nuestros lectores

R.R.- El hecho de migrar, primero hay que ver el tema de que si se migra solo es una cosa, y si se migra con una familia tiene otras responsabilidades. Hay que tener en cuenta en qué estado migratorio se venga. A veces veo familias que, por desesperación, o por salir se viene sin la documentación correcta o sin el dinero suficiente o lo que se necesita para migrar. Y es muy difícil, porque uno tiene que venir previendo que las cosas no van a salir tan bien como uno cree, sino que las cosas van sucediendo a medida del correr de los días. Y uno tiene que estar precavido. Yo antes de tener a mis hijos, viajaba sola y podía lanzarme a algún sitio sin tener donde vivir y sin tener trabajo, y a veces, tenía que ir a la estación a pasar la noche. Pero estaba sola y lo hacía como una aventura. Ahora, con esta edad y con hijos es imposible pensar en hacer algo así. Estuve viviendo y trabajando en Italia, México, Los Ángeles, Grecia, Madrid, y para migrar hay que tener primero un plan de acción y una cierta precaución por si las cosas no salen como uno planea.

Lorena Ávila