Un poco de aquí, un poco de allá
Pablo Burka es el dueño del local comidas para llevar La Valentina. Sus 33 años de experiencia en Argentina y otros 23 en España le han dado facilidad de regentar este negocio de alimentación
R.P.- ¿Es el mismo servicio que emprendía en Argentina?
P.B.- Si, si. Viví 18 años en Barcelona, tuve locales ahí también. No es la primera vez que monto un local, pero bueno, la experiencia de mi vida, el ejercicio y todo lo que implica, además vengo de una familia también que se dedica a esto.
R.P.- ¿Cuál es el significado de La Valentina?
P.B.- Es la conjunción de las palabras Valencia y Argentina. Un poquito de Valencia. Un poquito de Argentina.
R.P.- ¿Cuál es el plato estrella?
P.B.- Nosotros somos creadores, armadores y fabricantes de empanadas. Es el producto número uno. Pero el plato estrella se llama milanesa napolitana, que es un filete de ternera empanado que va al horno con beicon, queso con un montón de cosas arriba. Es un plato muy tradicional argentino, y se ha transformado en la estrella de la casa.
R.P.- ¿Qué le expresan los clientes que compran ese producto?
P.B.- Se vuelve loco… (risas). Cuando vienen por primera vez al local preguntan de qué está hecho, la prueban y se quedan con el sabor para volver a repetir. La milanesa está hecha como en los mejores lugares que la podrían hacer en Argentina. Es un plato insustituible, porque nadie lo hace aquí. Soy el único que lo hace de ese modo. Hay gente que lo prepara, pero hace una versión bastante más limitada. Y podría decir que otro plato estrella son las pizzas argentinas. Nosotros hacemos la auténtica pizza, que se llama de masa, la doble masa o de molde, que es un poco más alta, pero tiene como característica tener mucho queso. La pizza argentina tiene que tener tanto queso que no se pueda ver los bordes del pan.
R.P.- ¿Cómo es un día típico en el local?
P.B.- Al ser un local de comida para llevar los horarios que tenemos son de martes a domingo y la carga de trabajo es según los días. Es una locura viernes, sábado y domingo. No paramos. Tengo tres personas en la cocina, todo el día sin parar, elaborando y haciendo pedidos. Tenemos aplicaciones de envíos también, como Glovo y Uber, más la gente que viene al local, más los que llaman por teléfono es una locura. Los martes y miércoles son más tranquilos, más bien son días de arrancar la semana con las preparaciones.
R.P.- ¿Qué parte de su trabajo es más satisfactorios?
P.B.- Cuando la gente reconoce lo que hacemos. Que te diga que es la mejor empanada que se ha comido hasta ahora, cuando el feedback se hace presente, cuando la gente reconoce todo el ejercicio que hacemos, porque nosotros no somos una fábrica de empanada, nosotros somos una casa creadora de empanadas. Todo es muy manual, muy artesanal. Por ejemplo, cada una de nuestras empanadas va identificada con un número que determina el sabor. Yo a ese número no lo hago con tinta comestible comprada, sino que ese número yo lo realizo con una reducción de remolacha. Todo tiene un punto de cariño y un valor agregado, que es justamente lo que se está perdiendo hoy en día. Por eso no tenemos la capacidad de tener más locales, Si las tuviera ya pasaría a ser de tono más industrial.
“Cuando el feedback se hace presente, cuando la gente reconoce todo el ejercicio que hacemos, porque nosotros no somos una fábrica de empanada, nosotros somos una casa creadora de empanadas”
R.P.- ¿Dónde se ve dentro de cinco años?
P.B.- En Hawaii… (risas). Dentro de cinco años espero estar abriendo mi retiro y dejar la Valentina que se mueva por sí sola o con la gente que tengo a cargo.