«La estrategia de las empresas es la obsolescencia programada, se requiere una política pública para combatirla»
El ambientalista argentino, Antonio Elio Brailovsky, presenta un curso online sobre derechos ambientales en espacios urbanos.
Antonio Elio Brailovsky es profesor universitario especializado en Historia Ambiental, catedrático en América Latina, escritor, economista y dramaturgo. Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y en la Facultad de Ciencias Económicas, ambos dependientes de la Universidad de Buenos Aires. Durante 33 años ha sido profesor titular en la Universidad de Buenos Aires y profesor invitado en decenas de Universidades del país y de otros países de América Latina. Además, está en trámite su nombramiento como profesor consultor de la UBA.
Lleva publicados alrededor de 50 libros y varias notas periodísticas. Ha realizado avances significativos en la investigación de un campo del conocimiento que en ese momento estaba vacante en América Latina, que es la historia ambiental. Esta tarea le supuso devolver a la sociedad lo que recibió de la Universidad Pública y gratuita. Su trabajo actual, Medioambiente y derechos humanos.
RP.- Sobre las marchas climáticas que generó Greta Thunberg. ¿Es un fenómeno global o una moda pasajera? Recordemos que Greta Thunberg es una niña de origen sueca que movilizó a mucha gente en la reivindicación por el calentamiento global en diferentes partes del mundo. Hoy día, existe el movimiento Fridays For Future (Viernes por el Futuro).
A.E.B.- Esperemos que sea un fenómeno global y que se mantenga en el tiempo. Ahora que hay más y más pruebas de la gravedad del cambio climático y cada vez aparecen nuevas manifestaciones del tiempo. Uno espera que haya mayor movilización social ahora que los jóvenes se han concienciado cada día más. Es lo esperable. Recordemos aquel diálogo entre un grupo de jóvenes y un grupo de políticos. Creo que eran franceses, donde los muchachos les decían: «Cuando esto estalle, ustedes van a estar muertos. Los que vamos a cargar con los problemas somos nosotros». Bueno, eso es de esperar que comience con los jóvenes, pero el resto de la sociedad afectada se está dando cuenta que no es una cosa del lado de adentro de la pantalla del televisor, sino que es una cosa que les afecta a ellos mismos. Con los incendios masivos en tantos lugares están descubriendo que no pasan esos sucesos tan lejos.
R.P.- ¿Por qué una niña tuvo tanta fuerza?
A.E.B.- Porque era confiable, es decir, el principal problema que tenemos con nuestros dirigentes políticos, o por lo menos con muchos de nuestros políticos, es que la gente les cree poco. Uno sabe que para llegar al poder y conservarlo es necesario hacer ciertos arreglos, no siempre con la mayor honestidad posible. En cambio, al que no tenga un compromiso económico ni un compromiso de poder, encuentra un lugar vacío. La fuerza no es, es el liderazgo. Yo creo que no fue ella, sino que había un lugar que estaba esperando vacío, loco por ella.
R.P.- Se cumplen cinco años de la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Son 17 los objetivos y se suma uno más dedicado a la «comunicación responsable». ¿Qué podemos hacer como ciudadanos desde la Agenda 30?
A.E.B.- Desde los Objetivos de Naciones Unidas yo creo que no demasiado. Es decir, cuando uno hace el repaso de Naciones Unidas, allí anuncia la protección del ambiente humano y el eco desarrollo en 1972. Como nadie le hizo caso, en 1992 con la cumbre de la Tierra, se habla entonces de la sostenibilidad, desarrollo sustentable, Agenda 21. Como nadie le hizo caso, en el 2002 se empieza a hablar de economía verde. Como nadie le hizo caso, ahora hablan del desarrollo de la Agenda 30. De modo que Naciones Unidas simula que empieza de nuevo y deja su red de responsabilidad salvada y cambiándole los nombres a las cosas. Yo creo que el lugar es el de los ciudadanos responsables que va más allá de hombres y Naciones Unidas, dentro de diez o veinte años nosotros tenemos una cuestión de supervivencia. La cuestión ambiental no es una moda. No es que alguien lo diga, es que lo necesitamos para sobrevivir. Como no sé si como especie, pero si como civilización común, como la cultura a la que pertenecemos. Y en ese sentido yo veo que hay mucha presión de qué es lo que puedas hacer en tu casa. Por ejemplo aquel libro «50 cosas que pueden hacer los niños para salvar a la tierra», que se apaga la luz por un determinado tiempo, se cierra el grifo del agua, monta tu bicicleta, no desperdiciar energía, separar la basura y este tipo de cosas. Creo que la acción individual, si bien es buena, creo que además hace falta una acción ciudadana, que los temas políticos no se resuelven dentro de casa. Yo no resuelvo los problemas medioambientales separando la basura. Como ciudadano dentro de casa lo hago, las cáscaras de banana aquí y los huesos de pollo por allá, los diarios viejos al otro lado. Pero tengo que actuar como ciudadano fuera del hogar y decir que es lo que quiero, que es lo que no quiero y ser una presión sobre las autoridades de mi país y de mi ciudad.
R.P.- ¿Es la opción el movimiento slow (decrecimiento)?
A.E.B.- Primero habría que cambiarle el nombre. Es decir, en este momento de pandemia estamos decreciendo rápidamente en la cantidad de personas por debajo de la línea de pobreza, aumenta día a día. En Argentina tenemos un 40 por ciento de personas debajo de la línea de pobreza. Y no hay ninguna expectativa de que esto vaya a mejorar, sino que va a ir empeorando durante la pandemia. Yo creo que el tema no es estadístico. de que tenemos que consumir menos o producir menos. El tema es controlar cómo se está produciendo, qué es lo que están haciendo las empresas con el consumo. Es decir, estamos comunicándonos a través de un equipo electrónico que está diseñado para durar dos años, después de los cuales se tira a la basura, se transforma en un residuo peligroso. Los productos electrónicos se podrían diseñar para que duraran indefinidamente. Sólo que cuando la estrategia de las empresas es la obsolescencia programada, se requiere una política pública para combatirla. No es lo mismo que un teléfono celular dure un año o dos, que el mismo dure veinte años con componentes intercambiables. Cuando alguno pierde calidad, se rompe o aparece uno nuevo, se le cambia el chip y no el teléfono entero.
No es el mismo caso que lo anterior, en referencia a una moda, la ropa que no está de moda hay que tirarla a la basura porque cambió la moda. Y sucede lo mismo en todas las culturas en la historia de la humanidad, normalmente se tira a la basura la ropa, cuando ésta se podría usar o revender. Entonces, no hay gente capacitada para transformar ropa descartable en ropa reciclada para volverla a usar. Y lo doy como un ejemplo entre las miles de cosas que significan que nosotros, con el mismo nivel de producto en bruto, podemos tener niveles de satisfacción absolutamente mayores según el uso que se le dé a este desperdicio. Y si recuperamos la cultura de las cosas que tienen que durar, es decir, por ejemplo un soporte de un automóvil hace años duraba 80 años. Porque en este momento, cuando un automóvil sale de la concesionaria, ya baja su valor. Se desvaloriza andando 100 metros y esos vehículos funcionaron durante 80 años. Entonces, ¿Qué le estamos diciendo al sector económico?, ¿Qué señales le estamos dando o qué límites les estamos poniendo?, ¿Porqué el tema no es el crecimiento de la población ni el crecimiento económico?. El tema es el crecimiento de la economía, del úselo y tírelo.
«Creo que la acción individual, si bien es buena, le hace falta una acción ciudadana. Que los temas políticos no se resuelven dentro de casa».
R.P.- Para reflexionar realmente
A.E.B.- Por lo menos para discutir, ya que abrir el debate sobre estos temas hace que uno siempre se los plantea en términos de blanco y negro y hay infinitos matices en un medio. En Facebook u otras redes sociales se mencionan estas problemáticas. Pero se abordan bien los temas ambientales desde un proyecto gubernamental o de una empresa de comunicación.
Depende mucho de la concepción y de la ideología, tanto del proyecto gubernamental como de la empresa de comunicación. Pero hay un sesgo de creerle demasiado a las soluciones tecnológicas y subestimar las cuestiones sociales. Entonces, cuando algún funcionario pone el acento en los temas sociales, estoy pensando en Víctor Toledo, ministro de Medio Ambiente desde México, que al poner el acento en los temas sociales, al plantear la recuperación de la agricultura maya como una alternativa a la agricultura depredadora, Toledo tuvo que renunciar. Entonces vemos demasiada ilusión tecnológica. Con este aparato le ponemos filtros a las chimeneas, este elemento para que conecte con este aparato, no obstante absorbemos toda la basura del océano, además de los aparatos que hay alrededor .
R.P.- Vemos cada vez más incendios, por ejemplo en Argentina, en las sierras cordobesas, en las sierras de San Luis, también incendios prolongados en España. La costa oeste en California, por ejemplo, llenaron de cenizas los viñedos de Estados Unidos. ¿Las cosechas podrían estar en riesgo?
A.E.B.- Muchas de las cosechas se han perdido. Hoy hay cosechas que son fácilmente inflamables en Argentina, por ejemplo, la cosecha de trigo es muy fácilmente inflamable y todos los veranos tenemos campo de trigo. De modo que, aquí hay un tema en el caso de los incendios accidentales hay negligencia claramente, pero no en el caso de los incendios intencionales. No hay suficientes normas o instituciones de penalización. Argentina, por ejemplo, no tiene una ley de delito ecológico. Destruir un ecosistema no es delito aquí, y no hay jueces y fiscales ambientales ni una estructura de tribunales ambientales. Con lo cual, alguien se incendia. En el caso de Córdoba, por ejemplo, está muy claro. Incendian el bosque nativo para hacer emprendimientos inmobiliarios, después se les va de las manos y amenazan ciudades y demás. Pero detrás del incendio en Córdoba, Argentina, está claro el interés inmobiliario. ¿Qué va a quedar impune? Porque no hay estructura judicial para perseguir a los responsables, aunque lo quisieran encontrar, que tampoco lo quieran hacer. Porque, digámoslo «gente poderosa», siempre tienen alguna influencia política como para que no los toquen. De modo que tenemos un cambio climático, zonas que se han secado mucho y que han pasado a una sequía grave. Pero además tenemos un sistema institucional que no está a la altura de la situación.
R.P.- La basura acaban en los ríos, lo orgánico en lagos, los plásticos en el mar ¿Qué siente con estas afirmaciones?
A.E.B.- Que tenemos el mar lleno de plásticos. No es algo nuevo. Ya no sorprenden imágenes de playas llenas de desechos, animales atrapados en anillas o que parte de los peces que comemos vengan con el estómago lleno de plástico. Lo que es posible que no sepas es que hay tanto plástico en el mar que incluso se han formado cinco descomunales islas en los cinco grandes giros oceánicos que se producen en el planeta. Bueno, no son exactamente islas, más bien son 5 super manchas como del tamaño de Estados Unidos que no paran de crecer porque cada año se tiran a los océanos más de 8 millones de toneladas de plásticos. Impactante las imágenes que se pueden buscar y ver por la red, para estar en casa y reflexionar, de lo que significa la denominación «La isla de plástico».
R.P.- El plástico fue creado a mediados del siglo XIX y su producción comenzó tras la Segunda Guerra Mundial. En estos últimos 15 años se fue aumentando. ¿Se podrá disminuir el proceso?
A.E.B.- Muchas veces nos encontramos con algunas listas de cuánto tiempo dura algo en degradarse. Una colilla de cigarrillo tarda tanto como una hoja de papel, pero un pedazo de plástico tarda más años. Muchas de estas cosas no son ciertas. La mayor parte de los plásticos se rompen, pero no se degradan. Esto significa que se van a romper en pedazos cada vez más pequeños. Van a ser micro plásticos, de esos que terminan en los peces y en nuestra mesa y en nuestro organismo. Pero la mayor parte de los plásticos arrojados al mar van a desaparecer cuando se quemen. Y se preguntarán ¿Cuándo se van a quemar?, se quemarán con el estallido del sol. De aquí a varios miles de millones de años.
Entonces, es una acción que se imita, arrojar algo al mar, se multiplica durante unos minutos porque es un envase. Porque me tomé un café y lo tiré después, etcétera, esto ocasiona problemas durante varios miles de millones de años. Eso tiene un nivel de irracionalidad inimaginable. Hay que resolver de otra manera, no puede ser que se diga «lo tiramos, termina en el océano y no lo vemos más», vuelve a la mesa y termina con el cuerpo, no en el océano. De modo que estas islas o manchas de plástico en el océano son solamente un indicador de cosas que hay que revisar de verdad. Porque además, esta producción de plástico implica hidrocarburos. La producción y utilización de hidrocarburos está asociada al cambio climático. No pensar el conjunto de fenómenos ambientales como sumados, sino como uno solo. Las condiciones ambientales están absolutamente entrelazadas. No son distintas. Son una sola.
Aparte no me ha sorprendido que Venecia se inunda. En general las acciones irresponsables potencian el daño hecho por el cambio climático. El caso de Venecia es un caso paradigmático. Por ejemplo, históricamente todas las islas que formaban la laguna de Venecia generaban una red de pequeños canales, en los cuales las ondas de crecida se iba amortiguando para que llegaran los grandes cruceros a Venecia y, para que llegaran los grandes petroleros al polo petroquímico de Marghera, que está al lado de Venecia. Desde Venecia se ven las torres del polo petroquímico. Sólo que nadie los mira. Para que llegaran los petroleros y los cruceros, lo que hicieron fue abrir canales repletos de agua que antes llegaba, por un montón de canales, con litros de amortiguación. Ahora el agua llega a través de los mismos desde los petroleros y los cruceros. Y eso hace que en Venecia prácticamente hay tantos días de inundación como días de aguas normales, con las comillas que quieras. Entonces, si a esto agregamos pequeños aumentos en el nivel del mar, insisto pequeños, eso ya se van notando. Bueno, es un mar que sube y una ciudad que baja, se encuentran y por esto se hicieron muchos proyectos irresponsables. Hay un sistema de compuertas llamado Moisés que se supone va a salvar, que nadie sabe si va a funcionar realmente. ¿Cuánto va a costar terminarlo? ¿Cuánto va a costar mantenerlo? Inclusive está en discusión si conviene abandonar Venecia.
«Facebook y otras redes sociales se mencionan estas problemáticas. Pero se abordan bien los temas ambientales desde un proyecto gubernamental o de una empresa de comunicación»
R.P.- ¿Cree que puede haber una solución alternativa?
A.E.B.- Hubiera sido más sencillo no hacer ese canal y que no entraran los petroleros y los cruceros. Ahora no sé si se puede cerrar el canal o si las corrientes que se formaron lo van a impedir. No se espera, menos con esta pandemia. Además, esa idea con respecto al virus del COVID-19, que un chino se comió un murciélago, es una forma de evitar tales responsabilidades que se intentan esconder. Digamos que desde hace por lo menos dos siglos, los naturalistas viajeros de principios del siglo XIX, encontraron en las zonas nuevas enfermedades. Convalecencias que no se conocían antes de la alteración de paisajes o ecosistemas, y esto se debe a que una biodiversidad sana elimina a los animales enfermos, el animal o se muere o queda diluido en sus poblaciones o se lo come algún depredador. En cambio, la destrucción de la biodiversidad lo empuja hacia nosotros, hacia la civilización humana. En algún momento nos cruzamos y por supuesto, los murciélagos tuvieron millones de años para adaptarse, para lograr esa unidad del rebaño. Nosotros en unos días olvidaremos el COVID-19, porque detrás de esta pandemia viene otra y otra y así sucesivamente. Estamos en la sexta pandemia del siglo XXI. Lo que necesitamos como vacuna, insisto, es una biodiversidad sana que retenga los potenciales patógenos donde deben estar, no es en otro lugar que en el medio natural.
R.P.- He leído en algunos medios de comunicación que el 92 por ciento de los desastres naturales se deben al cambio climático. ¿Qué le parece esa afirmación?
A.E.B.- No me atrevería a dar ninguna cifra, porque hoy cada desastre es indiferente. Uno piensa en el desastre de Chernóbil en la ex Unión Soviética, el desastre nuclear de Chernóbil no tiene nada que ver con el cambio climático. Hubiera sucedido igual en condiciones de irresponsabilidad. Pero el desastre nuclear de Fukushima, Japón, si tiene que ver con el cambio climático, este sucedió por un tsunami que arrasó la central atómica costera. Ahora la culpa la tiene el maremoto. Ni los inútiles que pusieron una central atómica en un lugar vulnerable tienen la culpa. ¿Qué porcentaje de esta responsabilidad le asignamos a los responsables?. Por eso creo que en las estadísticas no hay que hacer afirmaciones. No siempre son confiables. De todos modos, el cambio climático agrava todos los problemas, incluyendo aquellos que no parecen ambientales.
R.P.- Participa en una charla online actualmente sobre derechos ambientales en espacios urbanos, ¿se podrá tener una democracia ambiental más inclusiva?
A.E.B.- Justo eso es un concurso que estamos haciendo con la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. Digamos que uno siempre plantea acciones ciudadanas para mejorar la democracia en el ámbito urbano trabajando en temas ambientales o lo intenta para que haya una profundización de la democracia ambiental. Como docente creo que las cosas se pueden cambiar hablando.
Extracto de la entrevista a Antonio Elio Brailovsky por streaming